Vivir nuestra vida conlleva el riesgo de que nos sucedan cosas que no estaban dentro de nuestras planificaciones. A veces, a pesar de nuestras grandes capacidades, el camino que tomamos se ve truncado de tal modo que padecemos trastornos como depresión, ansiedad, tristeza profunda, alcoholismo…, marcándonos profundamente. Hay una alteración en lo que creíamos que era nuestra esencia.
Si ponemos la ansiedad como ejemplo, aquellos que hayan tenido uno o varios brotes fuertes de ansiedad sabrán a lo que me refiero cuando digo que queda en nuestro interior un pequeño poso de forma permanente que nos recuerda lo que hemos pasado. Como si en nuestra resiliencia algo nos advirtiera de nuestros límites.
A lo largo de mi propio camino, como profesional, siempre pensé que la mayoría de las técnicas se quedaban a la puerta de romper esa barrera, que era necesario llegar más allá para que pudiéramos ser realmente más libres, de nuestros miedos, de nuestro dolor, del pánico. Ésa es la máxima de la técnica BioHeart: un buen trabajo de consciencia interior para poder invertir la sensación del poso amargo en la aparente calma, en serenidad real en el fondo de nuestro ser. Es exactamente el mismo resultado pero en sentido contrario: una tranquilidad, una paz interior permanente, que no desaparece nunca a pesar de todo lo que pueda estar pasando en el centro de un increíble caos.
Lo mejor que podemos hacer por nosotros es vivir nuestra vida de una manera más consciente, entregarnos a la comprensión real de aceptar los momentos altos y bajos inherentes a la vida. No somos imperturbables, porque estamos vivos. Pero sí podemos acercarnos a ese mágico lugar de serenidad que hay en nosotros aceptando lo que supone estar vivos
En el próximo artículo hablaremos de cómo podemos conseguirlo mediante algún que otro atajo, mientras podéis echar un vistazo a este bonito vídeo.