Aparentemente, tu vida es estupenda. Tienes un trabajo agradable, con un buen sueldo, una familia encantadora, una pareja con la que llevas años en una relación estable y en armonía, una casa con todas las necesidades cubiertas… Y cada noche, de madrugada, algo en tu interior comienza a susurrar en tu corazón y te despiertas con la sensación de que tu vida no tiene sentido, todo lo que tienes no tiene valor, todo lo material no te aporta nada y las relaciones que tienes con las personas que más amas no llenan el vacío que sientes.

Piensas que tu trabajo no tiene sentido, que tu matrimonio es estable pero no divertido, te das cuenta de que ya no tienes esa chispa interior que hace que te motive la vida, que la vivas con pasión y haga que tu día a día sea especial… Todos los planes que haces están centrados en tus hijos, siendo una sensación de placer momentáneo la que se produce…que poco a poco va perdiendo sentido. Te vas apagando, no sabes lo que necesitas para ser feliz, ni para disfrutar de tu vida, ¡se te ha olvidado VIVIR!

Y tocas fondo. Intentas pensar que se trata de algo pasajero, pides todas las noches que tu vida se llene de alegría, empiezas a conformarte con pequeñas sensaciones de placer esporádicas, incluso a vivir sin esos momentos de satisfacción y alegría… Te vas convirtiendo en una persona cada vez más y más apática. Pero de igual modo te das cuenta de que eso no va a ser así, de que eres tú la que tiene que conectar con esa alegría, la que tiene que desapegarse de todo lo material y de los vínculos establecidos hasta entonces.

Simplemente se trata de rendirte y confiar en la vida, confiar en que las cosas se te irán dando sin que las busques, dejar que tu espíritu se mueva libremente en ti… Y cuando menos te los esperes ocurrirá el milagro, el milagro de sentir tu corazón, tu latido, tu fuerza.

Al inicio te resultará extraño e intentarás quitarle importancia a lo que sientes, pero poco a poco esa sensación se irá apoderando de ti, te envolverá de forma que dejarás de pensar, tu mente se desconectará y simplemente notarás tu pecho, ese poder interno, ese latido, esa conexión con el todo, con el universo. Te llenarás de amor, de gratitud y te sentirás afortunada por ello…y volverás a sentir la alegría de vivir, la pasión por las pequeñas cosas. Tus ojos empezarán a brillar, tu cara emitirá una sonrisa inigualable…y empezarás a vibrar de tal forma que tu luz se verá reflejada en tu día a día. Y, desde ahí, verás que todo es sencillo, que simplemente se trata de entregarnos a la vida y aceptar lo que nos viene, y que la vida se trata de disfrutar del camino hacia la libertad personal.

RÍNDETE, CONFÍA, ENTRÉGATE